El capitalismo mata
Julia Evelyn
Martínez
El pasado 4 de abril, Dimitris Christulas, un
farmacéutico griego jubilado de 77 años, decidió quitarse la vida en la plaza
Syntagma de Atenas, a pocos metros del Parlamento del país
considerado “la cuna de la democracia”.
Dimitris Christulas, estaba enfermo de cáncer y
sobrevivía con una pensión que fue recortada por el gobierno en un 20 por
ciento y que le impedía finalizar el mes sin ayuda de parientes o amistades,
relegados a una situación parecida o peor que la suya. Debido a los recortes en
el presupuesto público de salud, Dimitris Christulas tampoco tenía acceso al
tratamiento y a los medicamentos para atender sus problemas de salud, y estaba
en tal sentido, condenado a morir sin recibir la ayuda médica que
proporcionan las sociedades capitalistas a quienes pueden pagar por ella.
En su bolsillo encontraron una nota con el
siguiente mensaje: “"El Gobierno ha aniquilado toda posibilidad de
supervivencia para mí, que se basaba en una pensión muy digna que yo había
pagado por mi cuenta sin ninguna ayuda del Estado durante 35 años. Y dado que
mi avanzada edad no me permite reaccionar de otra forma (aunque si un
compatriota griego cogiera un kalashnikov, yo le apoyaría) no veo otra solución
que poner fin a mi vida de esta forma digna para no tener que terminar hurgando
en los contenedores de basura para poder subsistir. Creo que los jóvenes sin
futuro cogerán algún día las armas y colgarán boca abajo a los traidores de
este país en la plaza Syntagma, como los italianos hicieron con Mussollini en
1945".
La muerte de Dimitris Christulas ha generado
una nueva ola de protestas y de indignación en Grecia, en tanto se ha
convertido en una nueva víctima que se suma a los denominados
“daños colaterales” que está generando el programa de ajuste estructural
suscrito entre el gobierno griego y la TROIKA (FMI, Comisión Europea y Banco
Europeo), y que fue ratificado por el Parlamento el pasado 13 de febrero.
Este programa se basa en una reducción del gasto público por valor de 3,300
millones de euros, que incluye la disminución de de los niveles
salariales y las pensiones, privatización de empresas estatales, eliminación de
subsidios a tarifas y servicios públicos y la supresión de prestaciones
sociales, lo que ha implicado un aumento en el desempleo y el
subempleo y la consiguiente caída de los niveles de ingreso, de
consumo y de vida en general.
Las últimas cifras disponibles sobre las
condiciones de vida en Grecia indican que la tasa general de desempleo es
de 20,9% mientras que la tasa de desempleo juvenil alcanza el 48%.El
número de personas sin casa ha aumentado en un 25% en los últimos tres años
y el 27% de la población se encuentra bajo el umbral de la pobreza y/o de
la exclusión. Solo en los primeros tres meses de 2012, se han suicidado 149
personas, principalmente por razones asociadas a dificultades económicas.
Mientras tanto, gracias al sacrificio de las vidas
del pueblo griego, el gobierno ha recibido una “ayuda financiera” de la TROIKA
por valor de 130,000 millones de euros en concepto de créditos
reembolsables, que le permitirá abonar al pago de sus
deudas con los bancos privados alemanes y franceses. Literalmente,
la ganancia de estos bancos privados se está financiando con la
vida del pueblo griego.
El capitalismo en la fase de la globalización
neoliberal se ha convertido en una especie de religión sangrienta, que tiene
a la ganancia como su dios principal y a los organismos financieros
globales como los sumos sacerdotes .Este dios para reproducirse y crecer
exige sacrificios humanos que se multiplican a medida que los gobiernos y los
Estados pierden su capacidad de tutelar los derechos humanos de sus
ciudadanos y ciudadanas.
Como toda religión, el capitalismo también tiene
una promesa de paraíso o de felicidad después del sacrificio. Un día
después del suicidio de Dimitris Christulas, el primer ministro de
Grecia, Lukás Papadimos, pidió a sus compatriotas renovar su fe en
el capitalismo al hacer un llamado “a quienes no ven la luz al final
del túnel, se les puede decir que con una firme aplicación del programa
económico y con ulteriores medidas en un año y medio, a partir de hoy, Grecia
entrará en la senda del crecimiento". En otras palabras, el mensaje de
Padimos se puede interpretar como “sufrir hoy las pruebas que nos pone el
capitalismo, para gozar mañana las delicias que nos promete”.
Pero las muertes que ocasiona el capitalismo no se
limitan a provocar el suicidio de personas que pierden toda esperanza de que
las cosas puedan mejorar en el futuro sino que trasciende a las miles de
muertes que ocasionan de forma directa e indirecta las empresas capitalistas en
busca de la maximización de las ganancias privadas.
¿Cuántas personas morirán este año a
consecuencia del alza en el precio de los alimentos que está generando
la codicia de los fondos de inversión (como el de Golmand Sachs)
que se dedican a la especulación en el mercado de los precios a futuro de los
alimentos? ¿Cuántos niños y cuantas niñas morirán este año de VIH porque
las compañías farmacéuticas como Bayer, Pfizer y Novartis niegan a los
gobiernos de los países del tercer mundo la posibilidad de usar sus patentes
para producir retrovirales genéricos de bajo costo para que puedan
ser entregados gratuitamente a quienes los necesitan para no morir?
¿Cuántos ciudadanos y ciudadanas de la República del Congo deberán morir
este año en las minas de Coltán para que las cinco mayores empresas productoras
de teléfonos móviles (Nokia, Samsumg, LG, RIM y Apple) tengan asegurado el
abastecimiento de esta materia prima que les permite en conjunto vender
más de 1,000 millones de teléfonos anuales y obtener ganancias de hasta
el 50% por unidad vendida?. ¿Cuántas personas morirán este año a consecuencia
de una guerra o de una invasión militar, para que las 100 mayores empresas
productoras de armamento (Lockheed Martin, BAE Systems, Boeing, Northrop
Grumman , General Dynamics y otras ) puedan mantener sus niveles de
ventas al menos al mismo nivel de 2010, año en el cual estas ventas ascendieron
a más de $400 billones? ¿Cuántos personas morirán en Estados Unidos este
año como resultado de una herida de bala provocada por una pistola o una
escopeta vendida en alguna de las 1,300 tiendas de Walmart que
comercializan libremente armas y municiones en los Estados Unidos?
¿Cuántos jóvenes enfermarán y/o morirán de enfermedades bronco respiratorias
y/o de cáncer de pulmón este año a causa de la adicción al tabaco que es
promovida por las tres mayores compañías tabacaleras del mundo (Philip
Morris, British American Tobacco y Japan Tobacco ) mediante una agresiva
estrategia publicitaria que se enfoca principalmente en los segmentos más
jóvenes de la población ante la indiferencia y/o complicidad de los gobiernos?.
El capitalismo no solo mata para extraer
recursos naturales, para disminuir sus costos y/o para realizar su
producción; también mata cuando logra que las personas, en especial
las más oprimidas y empobrecidas, estén dispuestas a hacer cualquier
cosa, a realizar cualquier sacrificio, para disfrutar de las promesas del
paraíso prometido. Hace apenas unos días un periódico oficial del gobierno de
China informaba del caso de Wang, un joven de 17 años que reside en
una de las provincias más pobres de ese país , que se encuentra al borde de la
muerte a consecuencia de una falla renal en su único riñón, luego de que
vendiera su otro riñón, a una red de traficantes de órganos
humanos. Wang destino los 22.000 yuanes de la venta de su
riñón a cumplir el sueño de su vida: comprarse un iPad y un iPhone.
En nuestro medio seguramente muchos y muchas se
resistirán a aceptar la veracidad de estos hechos y/o desconfiarán de estas
noticias y tratarán de tranquilizarse repitiendo frases como “nuestro caso es
diferente”, “debemos fortalecer las instituciones y las leyes para evitar que
esto nos suceda” o bien, “tenemos la oportunidad de unirnos en un gran
acuerdo nacional para construir un capitalismo humano que genere bienestar y
progreso para todos y todas”. Más de alguno o de alguna podría incluso decir
“si no los proponemos podemos tomar lo mejor del capitalismo y desechar lo
malo”.
Desafortunadamente para los que aún esperan
lograr un capitalismo con rostro humano, la realidad (y no la teoría) se
está encargando de demostrar la inviabilidad de este deseo. El capitalismo
es un sistema basado en la codicia que para producir crecimiento en la
riqueza y aumentos en la competitividad y en la eficiencia, necesita que
exista mayor precariedad laboral, mayor destrucción de la
naturaleza, menos derechos humanos, más muertes. No es un problema de moral ni
un problema de falta de responsabilidad social empresarial, es
sencillamente un problema de racionalidad económica.
Al final de un taller de formación en economía
política feminista, una trabajadora de una maquila de la zona franca de San
Marcos resumió de la siguiente manera el funcionamiento del sistema
capitalista: “el problema del capitalismo es que funciona como una
lámpara de baterías, que para alumbrar necesita que funcionen el polo positivo
y el polo negativo de las baterías, aunque nos guste lo bueno del capitalismo y
no nos guste lo malo, tenemos que tener claro que (el capitalismo)
no puede funcionar sin este polo negativo, no hay riqueza sin pobreza.” Ojalá
pudiéramos tener en nuestro país y en el mundo la misma lucidez de esta mujer
trabajadora. Es así de simple: el capitalismo necesita de la muerte para
vivir.